Es muy posible que cada uno de nosotros no se haya planteado nunca qué es lo que se encuentra detrás de nuestros “me gusta” o de esa adicción por compartir cada uno de nuestros contenidos en un concepto como el de las redes sociales que, surgidas hace muy pocos años, revolucionaron la forma de comunicarnos entre nosotros. Fraudebook nos enlaza a entender muchas de estas cuestiones usando como base de su planteamiento eso mismo: lo que las redes sociales han hecho con nuestra vida. Pero, ¿y si no fuera otra cosa que una pérdida de libertad y no un aumento de la comunicación entre personas lo que está en juego? ¿Qué sucedería si, de tanto crear contenido, nos estuviéramos convirtiendo en meros trabajadores trabajando gratis para alguien que nos mueve a su antojo?
Como bien dice Fraudebook, estamos ante un elemento – la red social, y más concretamente Facebook – que reúne a tal cantidad de millones de personas, un número mayor que el que puede congregar cualquier religión en el mundo. Y eso es para replantearse, ya desde el inicio, infinidad de cosas. Pero hay que explicar algo de este libro, algo que es importante a la hora de ponerse a pasar sus páginas: no se habla exclusivamente de redes sociales sino que los conceptos de filosofía que aparecen reflejados en él son una constante que, quizás, para alguien que no sea un entendido en la materia o no tenga las ideas claras, puede resultar confuso.
Las redes sociales se han convertido, hoy en día, en el mayor elemento integrador de personas que existe. Creo que nadie puede discutir que, en el momento actual en el que vivimos, estar metido en una red social termina por definir nuestras relaciones con aquellos que nos rodean. Fraudebook pone de manifiesto todo esto y lo relaciona con aspectos básicos del comportamiento humano, pero no sólo eso, sino que además lo entronca con la libertad analizando, por ejemplo, cómo un concepto como el de “biografía” que todos observamos en nuestros recuadros de la citada red social, ha sido desvirtuado y contiene en su planteamiento, una idea mucho más “peligrosa” de lo que nos pensamos. También se plantea un segundo análisi de nosotros mismos. Una especie de lavado de estómago en el que después de tantos “me gusta”, “likes”, “retweets” o comentarios en público y privado, es muy posible que veamos que las entrañas de cada uno de nosotros no estén tan limpias como nosotros creíamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario